PASADAS
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A/DENTRO 04 abril - 01 junio, 2013
  • a/dentro

    a/dentro, 2013

    Acero inoxidable. Corte láser. Neón

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • me dijiste que me

    me dijiste que me "querías", 2013

    Acero inoxidable lacado. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm.

    Ed. 2+PA.

  • me dijiste que me querías (detalle)

    me dijiste que me querías (detalle), 2013

    Acero inoxidable lacado. Corte láser. 100x100x7 cm (x5)

    Ed. 2+PA.

  • I can`t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I can`t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • dijiste

    dijiste, 2013

    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm
    Ed. 2+PA

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • Vista de la exposición

    Vista de la exposición, 2013

  • I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • I cant´t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I cant´t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle)

    I can´t stand anymore the metal inside my neck (detalle), 2013

    No puedo soportar más el metal dentro de mi cuello
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm (x9)
    Ed. 2 + PA

  • Inside

    Inside, 2013

    dentro
    Acero inoxidable. Corte láser. 100 x 100 x 7 cm
    Ed. 2 + PA

  • me dijiste que me querías (detalle)

    me dijiste que me querías (detalle), 2013

    Acero inoxidable lacado. Corte láser. 100x100x7 cm (x5)
    Ed. 2+PA.

  • me dijiste que me querías (detalle)

    me dijiste que me querías (detalle), 2013

    Acero inoxidable lacado. Corte láser. 100x100x7 cm (x5)
    Ed. 2+PA.

HOJA DE SALA

a/dentro
Con su segunda exposición en la galería, Luis Amavisca (Santander, 1976) dice regresar a los orígenes de su formación como artista plástico de la Escuela de los Sentidos. Orígenes de su vida adulta, que comienza simbólicamente con el significado del dolor y del amor. Sin embargo, es más bien una revisitación, en la que fotografía y vídeo dejan paso a unas piezas que tienen más que ver con el minimalismo y lo conceptual a causa del formato escogido: la limpia herida en el acero y la palabra. Un proyecto en el que cada pieza nos sitúa en el interior de la exposición; en el interior del espacio (de la obra y de la galería); el interior del artista y el interior del espectador.
No es nuevo el empleo del objeto en su obra. Objetos con una utilidad insinuada en sus títulos –Lámparas de plegaria, Mobiliario de inocencia o Módulos de Katharsis-, en los que la fotografía y el vídeo tenían gran relevancia y que en esta ocasión se limitan a ser portadores de caracteres abiertos en su superficie, conformando una palabra. El medio de comunicación es el lenguaje pero el soporte, sencillo y rotundo, enfatiza el sentido y propósito del mensaje, que ahora aparece en su esencia, como fin de un proceso depurativo iniciado anteriormente. El acero, material industrial, recibe la palabra a modo de herida en su cuerpo, como podría haberla recibido el paramento si posibilitara igual resultado y portabilidad; en su defecto, los paralelepípedos acerados parecen la alternativa óptima. El artista manifiesta su adhesión al método vitrubiano para, basándose en los tres supuestos que el teórico romano consideró esenciales en la fábrica de arquitectura: resistencia, utilidad y belleza, la palabra encarne un formato de bulto, con cierto talante arquitectónico, dado el espacio interior que se crea. De este modo, las piezas acaban cobrando un claro carácter escultórico, con intencionalidad delatada por el resalte de las piezas y por el corte a láser de las letras, que, para mayor abundamiento, se muestran en negativo y positivo. La geometría estructura el enunciado de proposiciones que convierten en orden el caos emocional y lo libera de cualquier impronta personalista que obstaculice la universalización de sus significados. La asociación de lo geométrico con el sistema vincula este trabajo a la poética de Sol Lewitt, que, al igual que Mondrian, Albers y algunos artistas latinoamericanos, confió en ella, arropada por la policromía, como Donald Judd, en tanto que disciplina racionalizadora del universo. Con Art and Languaje, Robert Barry, o Kosuth, le une el equiparar la palabra a cualquier otro elemento de expresión plástica.
Tras una primera fase, con las múltiples derivas seguidas por los conceptuales, la flexibilidad es tal que se hace imposible una clara clasificación; sin embargo, las concesiones a la estética son escasas, limitándose al uso del color o a la manera de disponer las palabras y poco más, al menos, en lo que se refiere a los que apoyan su discurso en la lengua –Lawrence Weiner, v.g.- . Luis Amavisca reduce a mínimos ambos recursos; la disposición sugerida es lineal y simple y el soporte se presenta desnudo o en rojo. Se permite otras licencias como el matiz poético de las frases sugeridas, acentuado por la reiteración de algunas palabras para imprimir ritmo y enfatizar en la efectividad de cada una por separado y no solo dentro de un conjunto, sea cual sea la agrupación. Su propuesta no incide en el jeroglífico, al modo de Brossa, sino en la ambivalencia de significados y significantes. Así, el rojo simboliza la pasión, pero también es el color de la sangre, evocadora de dolor y tragedia; Me dijiste que me querías: ¿me sigues queriendo o ya no me quieres? ¿ Era cierto o me engañaste ya entonces?; Igual eficacia de una misma palabra en dos idiomas diferentes –adentro/inside-, al modo de Weiner; Metal con la palabra metal –superposición de niveles de representación, como Joseph Kosuth-; Paralelismo entre el cuerpo del artista con la fiisicidad de la obra, los dos heridos, y con el propio espacio de la galería, en ambos casos con metal en su interior; Empleo polisémico del material, metal: materia con la que se hiere, se corta, se daña y se mata, pero también se cose, se repara, se restituye, se sana... Por tanto, dos niveles, el físico y el espiritual, plenamente identificados. El artista, sin ambages, nos impele a la adopción de una actitud activa, de implicación a la hora de percibir la obra, para, como indica Kosuth, hacer del arte un detonante del análisis, del ejercicio intelectual, con su inseparable componente lúdico.

En A/dentro, Luis Amavisca, establece un equilibrio aristotélico entre lo racional y lo sensorial, sin renuncia a su empatía con la mayor apertura en los resortes de respuesta a estímulos y de entrega de lo femenino. Es éste un proyecto sobrio, contenido mesurado en lo formal, de impecable rigor técnico, contrapeso a la emoción desplegada –recordemos conceptuales como Fina Miralles, Ana Mendieta, Bas Jan Ader o toda aquella obra inscrita en el Body Art y el performance-. En un acto de profunda generosidad, por lo que hay de autobiográfico, nos ofrece una representación del sentimiento al límite, desnudo y con toda su crudeza, pero también portadora de la inmensa belleza de la sinceridad, de la verdad. Es, además, un acto de valentía, de rebelión, no en el terreno político –distanciándose de una de las corrientes mas frecuentadas en el conceptual español: Muntadas, Abad o Pedro G Romero-, aunque si contra lo políticamente correcto, contra los dictados del pudor que constriñen nuestras manifestaciones; de reafirmación tajante de su realidad como persona condicionada por unas circunstancias físicas y sentimentales que quiere expresar abiertamente con este silencioso grito de dolor.

IH

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