PASADAS
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BURIED TILL SPRING 18 diciembre, 2008 - 24 enero, 2009
  • Traveler 45 at Night

    Traveler 45 at Night, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 52 at Night

    Traveler 52 at Night, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 58

    Traveler 58, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 62

    Traveler 62, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 88 at Night

    Traveler 88 at Night, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 94 at Night

    Traveler 94 at Night, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

  • Traveler 95 at Night

    Traveler 95 at Night, 2003

    C-Print sobre dibond y metacrilato, 89 x 108 cm. 5+PA

HOJA DE SALA

Walter Martin y Paloma Muñoz representan situaciones que sugieren historias, valiéndose de un lenguaje visual y simbólico que remite a los cuentos infantiles. Su objetivo no es otro que denunciar acontecimientos de nuestro entorno, más o menos cercano, pero cuyo alcance es universal. Como aquéllos, sus Travellers y Islands evocan arquetipos de la esencia humana mediante los que se da a conocer la cruda realidad de la vida, que ellos enfatizan con el desarrollo escenográfico en unas localizaciones ambientales de naturaleza hostil, en las que encontramos individuos al límite de sus posibilidades frente a los elementos, a sus circunstancias personales, cronológicas y afectivas, a sus propios fantasmas, o frente al grupo, por lo que la tensión emocional es evidente.
Bruno Bettelheim, en contra de la corriente detractora del cuento infantil, reivindicó su papel como fuente de “criterios de valor”, desempeñado de forma insustituible en la educación sentimental de los niños y jóvenes de todas las culturas y tiempos, aún libres de los condicionamientos del Ego y la Personalidad, siempre a través de un lenguaje alegórico, mítico y mágico, en una amalgama de lo real con lo fantástico, armonizando lo lúdico, lo onírico y lo perverso. Esto, desde los Hermanos Grimm a Andersen, pasando por Perrault, Caroll, Swift o Barrie, entre otros, más todos los anónimos que no han pasado de la tradición oral al crisol de las plumas ilustres.
El símbolo es definido como la sustitución de una palabra que designa un concepto espiritual por otra que alude a una realidad perceptible por los sentidos o concreta. La importancia de vehicular simbólicamente un mensaje está en su propia esencia, ya que su uso denota una falta de sensibilidad hacia la comunicación, constituyéndose así en una potente herramienta de transmisión de ideas y no sólo en el ámbito infantil. Según Wittgenstein –Tractatus-, las ideas expresadas por medio del convencional código abstracto de la lengua, verbal o escrita, solamente serán comprendidas por aquellos que hayan llegado a idénticas conclusiones por su cuenta, sosteniendo que hay cosas que se pueden “mostrar” pero no “decir”. Walter Martin y Paloma Muñoz, convencidos de ello sustituyen la abstracción por la representación simbólica, para hacernos entender la realidad de un mundo regido por la incomunicación, por la cruel insolidaridad, de seres aislados, al igual que sus figuras en medio de la nieve sempiterna.
Hace algunos años se trasladaron desde Nueva York a Pensylvania, junto a los Apalaches, donde residen gran parte del año, zona de largas y frías estaciones invernales, que presta el gélido escenario y la paleta helada, mientras que los personajes y situaciones provienen de la gran ciudad, hijos de los terrores y traumas de nuestro tiempo. Travellers es una alusión autobiográfica a sus constantes desplazamientos –viajan con frecuencia a España, país de origen de Paloma-; también alude a la renuncia de la pareja de artistas a una vida cómoda, optando por la itinerancia permanente, lo que, sin duda tiene sus ventajas para Walter: “cuando la gente permanece en el mismo sitio demasiado tiempo pierden sus zapatos de caminar”. El viaje en un método de conocimiento de uno mismo y de los demás; con la distancia se adquiere perspectiva y se enriquece el bagage de elementos de juicio para razonar con calma, profundizar y reconsiderar la escala de valores.
Entrando en el debate entre gramática estructuralista –Saussure-, que defiende que el lenguaje es una facultad social, y gramática generativa –Chomsky-, según la cual el lenguaje es una facultad humana innata, para el primero, la forma pura surgiría de la relación entre significado y significante. Lacan aplica estos conceptos al psicoanálisis en el sentido de la importancia mayor del significante en cuanto que a nivel consciente el sujeto pretende un significando cuando en realidad en el ámbito del inconsciente está remitiendo a otros. Buried `till Spring sustituyendo al diván, presenta unos significantes a los que cada uno otorgará un significado, sin embargo, emiten enunciados propios que se aplican a casos particulares encajables en esquemas generales, tanto formal como conceptualmente, con independencia de la ulterior interpretación.
El artista demiurgo crea universos paralelos en los que a modo de espejo la sociedad vea reflejada su condición humana, con sus males y defectos, persiguiendo la catarsis que la lleve a reflexionar y regenerarse. Sorprende el reiterativo recurso al cambio de escala, desde los capiteles románicos, hasta en creaciones contemporáneas: caso de Miriam Schapiro, Baltazar Torres o Daniel McDonald, incluso en personajes de ficción, como Bill Wechsler, de la novela de Siri Husvedt, Todo cuanto amé , artista que, como Schapiro, construía casitas de muñecas con historias terribles sugeridas y luego inventadas por el “fugaz material sensorial que nos bombardea a cada instante”. En el mundo islámico la representación a escala real suponía un acto de intrusismo en la potestad creadora de Dios, un reto a la divinidad, de ahí lo escaso de la figuración en el arte musulmán, que, de producirse, se limita a la miniatura.
Lewis Caroll en Alicia en el país de las maravillas recrea simbólicamente aspectos de la condición humana y los somete a crítica escudándose en unos viajes a otras dimensiones. Swift en sus Viajes de Gulliver recurre a la confrontación entre tamaños. Aguda sátira de las autocomplacientes sociedades ilustradas de su tiempo, como en buena medida es autocomplaciente la nuestra. Los habitantes de Lilliput, para algunos eran un modelo de estrategias que desde la base se resistían al modelo de globalización dominante en el s. XVIII, muy en concreto al colonialismo europeo, erigiéndose en símbolo de una nueva realidad emergente, pero no todos sus contemporáneos lo advirtieron.
Las miniaturas de Walter Martin y Paloma Muñoz, lilliputienses, intentan despertarnos del letargo, observados por nosotros, las gigantescas criaturas de Brobdingnag, a la postre la misma cosa, seres débiles individualmente y fracasados en lo colectivo. La ternura y lirismo de sus movimientos, sus gestos, el cuidado con que se han depositado en la blanda nieve, dice mucho de lo que estos viajeros de la vida inspiran a sus hacedores, que parecen comprenderlos y sentirse en paz con ellos.

I.H.

 







 

© 2011 Isabel Hurley