Sin título, 2006
Objeto: libélula, pelo, agujas, madera, cristal. 20,5 x 24 x 8,5 cm.
Sin título, 2007
Objeto: escarabajo, agujas, madera,cristal. 19 x 25 x 6,5 cm.
Sin título, 2011
C-Print sobre papel fotográfico, 100 x 150 cm. Ed.3
Sin título, 2007
C-Print sobre papel fotográfico, 100 x 150 cm. Ed.3
Sin título, 2007
C-Print sobre papel fotográfico, 100 x 150 cm. Ed.3
Sin título, 2007
C-Print sobre papel fotográfico, 100 x 150 cm. Ed.3
Sin título, 2006
C-Print sobre papel fotográfico, 160 x 250 cm. Ed.3
Sin título, 2006
Técnica mixta sobre madera, 150 x 110 cm.
Sin título, 2007
Técnica mixta sobre tela, 130 x 200 cm.
Sin título, 2007
Técnica mixta sobre tela , 130 x 200 cm.
Sin título, 2008
Técnica mixta sobre papel, 70 x 100 cm.
Sin título, 2006
Técnica mixta sobre papel, 152 x 110 cm.
Sin título, 2007
Técnica mixta sobre papel, 21 x 29 cm.
Sin título, 2008
Técnica mixta sobre papel, 70 x 100 cm.
Sin título, 2008
C-Print sobre papel fotográfico, 40 x 50 cm. Ed.4
Sin título VII, 2014
Grafito y carboncillo sobre papel Artoz.
21 x 29 cm.
Sin título VIII, 2014
Grafito y carboncillo sobre papel Artoz.
21 x 29 cm.
S/T (Hasta que vea la tierra) 5, 2021
Técnica mixta sobre papel
53 x 86 cm
S/T (Hasta que vea la tierra) 5, 2021
Técnica mixta sobre papel
53 x 86 cm
S/T (Hasta que vea la tierra) 20, 2021
Técnica mixta sobre papel
21 x 29 cm
El trabajo de Mª Angeles Díaz Barbado no sigue una trayectoria unidireccional en cuanto al desarrollo de formatos sino que más bien se trata de una sucesión de obras relacionadas entre sí. En esta exposición presenta un montaje en torno a la idea del naufragio, tanto en el sentido literal de la palabra como en el figurado, que evoca de forma sintética y reiterada en fotografías y pinturas, a base de técnica mixta sobre tela, madera y papel. El agua, sobre todo del mar, en la que apenas se insinúan unos elementos en pugna por no sumergirse, detenta el papel de protagonista, de hilo conductor y de introducción para una suerte de viaje iniciático hasta lo más íntimo de la artista. Entonces en una especie de gabinete privado, valiéndose de fotografías y objetos en los que se exhiben materiales orgánicos que nos suelen repeler y hacia los que manifestamos rechazo, ya sea por ser considerados repugnantes o por amedrentarnos, nos revela su amor por lo que menos lo inspira. Mª Angeles-Alicia nos descubre un universo compuesto por insectos muertos y deshechos -cabellos y uñas- de su propio cuerpo y de seres queridos. Estos últimos, como aquellos restos que flotan en el agua, trasunto de unas experiencias de alto contenido emocional, de las que fueron testigos en otro momento, cuando formaban parte de un cuerpo o fueron habitados antes del desastre, son idiolectos vitales de imposible transferencia a no ser como estilemas en su obra, desencadenando la afloración a la esfera de lo consciente y público del subconsciente más recóndito a través de asociaciones simbólicas de complejo descifrado y lectura polisémica. En este sentimiento de amor hacia lo que nadie quiere y hasta se desprecia, evidente en el respeto con que se han conservado y la delicadeza con que se exponen, demostrando cómo aún después de haber cumplido con sus funciones primordiales, tales resíduos son válidos y valiosos para desempeñar otros cometidos, detectamos una mística de los despojos. Si para Wittgenstein el mundo no se allega a lo místico sino que lo místico es que el mundo exista, Mª Angeles Díaz Barbado nos enseña cómo el mundo también existe en estos despojos y pudiera ser que de manera más auténtica. Es una obra sintética y abierta, elaborada a partir de aquello que le es próximo y familiar, limitándose a lo imprescindible, a lo esencial, lo accesorio no interesa. Así, a los fondos negros se une la casi ausencia del color, reducido a los naturales de aquellos elementos que intervienen en una determinada obra, portadores de una enorme carga simbólica, y para la artista también sentimental, y al esmalte gris plata que sirve a Mª Angeles Díaz Barbado para sacar de la inmensidad, de la densa negrura, de la nada, por igual, la espuma de un mar embravecido o los astros que cuajan un firmamento infinito. Obra también sobria, silenciosa y serena, bajo la que late una gran tensión, llegándose a presentir o a intuir, si se está atento, cada una de las catástrofes que se contienen en las piezas, con su correspondiente calado y trascendencia. Dotada de una innata sutileza parece que la artista capta el momento inmediatamente anterior y posterior a la calamidad, a la tormenta desatada por los elementos o las pasiones, en las que el ser humano se debate entre el Eros y el Tanathos, a la deriva en un medio con frecuencia hostil. Mezcla en la exacta dosis de lo racional y lo emocional, con una economía de medios lo suficientemente sabia, destila una poética entre conceptista, en el sentido clásico y literario del término; y conceptual. En cierto modo nos remitiría al minimalismo, de corte racionalista aunque no excluyente de un cierto expresionismo de la forma, patente en los problemas de escala, que no son ajenos a Mª Angeles Díaz Barbado –comparar los diferentes trazos de telas, maderas y papeles-. También podríamos aludir al Arte Povera, en su vertiente humanista y existencialista, aquélla que rescata los objetos más humildes y efímeros con el aporte de una sobrecarga estética y la descontextualización –citando de nuevo a Wittgenstein:“el sentido es el uso”, desencadenando unas relaciones entre la obra y el entorno que dan lugar a lo que se dio en llamar un “sistema” o “procesos interdependientes”. Vertiente no exenta de un hedonismo que busca el goce de los sentidos y paradójicamente con un mensaje próximo al “memento mori”, recordatorio de nuestro origen y destino. El orden y la pulcritud, característicos de su modo de hacer, se hacen aún más patentes en su predilección por las series, en las que sistematiza fenómenos en una secuencia cronológica, o establece tiempos en el devenir de la existencia de los objetos o los seres.
Las referencias al minimal y povera, la serialidad y la noción de proceso que implica, la repetición, la escala y la simetría, junto al uso de componentes del cuerpo humano, en un ejercicio emparentado con el Body Art y con los ready-made, práctica que asimismo se evidencia en esta exposición en el empleo de agujas y alfileres, y el carácter heterogéneo y multidisciplinar sitúan la obra de Mª Angeles Díaz Barbado en la órbita del neoconceptual.
I.H.
© 2011 Isabel Hurley