Turdus Merula / O un recorrido por la primera casa donde viví
Juan del Junco

January 24 – March 28, 2020

Turdus merula

O un recorrido por la primera casa donde viví

Conceptual Andalusia

Vol VII

Juan del Junco

 

 

                                                            I

 

Podría partir de la base que “Turdus merula o un recorrido por la primera casa donde viví” es un proyecto fallido, pero comenzar un texto con esta frase tan doliente me produce un enorme rechazo: no es el momento de aflicciones, este proyecto -como deben ser todos- es un motivo de celebración.

Pero sí, aceptémoslo, ciertamente en este sistema metodológico en el que se ha convertido mi práctica artística, el cálculo inicial de lo que debía ser y realmente no ha sido constituye un fallo manifiesto: no apareció la forma deseada; todo ha resultado a medias (o, probablemente, no).

 

                                                               II

 

Desde hace un tiempo mantengo la costumbre de titular los proyectos antes de comenzar a realizarlos. Con esa acción primera, el título se desliza poderosamente a la doble condición de título y de emblema; entonces, como el que va a una batalla y canta la letra de una alentadora canción, el eco musical del título resuena en mi mente durante todo el tiempo que dura la realización del proyecto. Esa frase, que surge un día cualquiera y que recuerda a todos los libros que uno ha leído, a todos los discos que ha escuchado, a todas las películas vistas o a todas las pinturas observadas, encabeza la marcha continua hacia ese territorio desconocido que hemos decidido denominar proyecto; pero que -a poco que nos movamos dentro del mismo- bien se podría denominar “casa”.

Este proyecto –o esta casa-, en un principio, no se titulaba tal y como se puede leer en el comienzo de esta hoja de sala; siempre se tituló: “Turdus merula o todas las casas donde he vivido más de tres meses”. Únicamente en el cambio de nombre radica la sensación de fracaso que me alberga; por lo demás, todo es una enorme celebración. Aún así, la parte sistemática de mí mismo se empecina en resaltarlo: “es fallido”.

 

                                                                III 

 

El listado de “todas las casas donde he vivido más de tres meses” es:

 

1. Chalet La Pardilla. Calle Tilo, 7. Jerez de la Frontera (Cádiz).

2. Urbanización Parque de Capuchinos. Plaza de el Caballo, 3. Jerez de la Frontera (Cádiz).

3. Plaza Peones, 9, 1º F. Jerez de la Frontera (Cádiz).

4. Calle Virgen de Luján, 11, 3º A. Sevilla.

5. Avenida de la Borbolla, 65, 3º A. Sevilla.

6. Erasmus Park, Easton Lane, Winnall. Winchester.

7. Una calle la cual no recuerdo el nombre en Utrecht.

8. Calle Macasta, 2. Sevilla.

9. Calle Divina pastora, 10, 2º Derecha. Sevilla.

10. Calle Divina pastora, 10, 2º Izquierda. Sevilla.

11. Calle Mariblanca, 21, 2º Derecha. Málaga.

12. Calle Santa María del Pino, 20, Local. Guadalcacín, Jerez de la Frontera (Cádiz).

13. Paseo de las Delicias, 15, 4º B. Madrid.

14. Avenida Cayetano del Toro, 15, 2º B. Cádiz.

15. Calle Atarazanas 15, 4º B, Málaga.

16. Calle Presidente Rivadavia, 2, 2ª planta. Cádiz.

17. Calle Herrera 11, 2ª planta. Málaga.

18. Calle Lagunillas 18, 2ª planta. Málaga.

 

                                                                IV  

 

Ahora bien, debemos considerar que si el título del proyecto, esa frase ondeante enarbolada en lo alto del asta que blandí mientras realizaba el proyecto, cambió cuantitativamente desde “Todas las casas…” hacia “la primera casa donde viví”, un condicionante transcendental debió ejercer una presión enorme para darme por vencido, para abandonar cual rendición el tarareo del himno de la nación del proyecto. 

Esta hoja de sala es una hoja de sala mea culpa: un intento de dilucidar dicha fuerza mayor.

 

                                                                 V

 

En un principio este proyecto tenía forma de libro: el libro que describe las 18 casas donde he vivido durante más de tres meses a lo largo de mis casi 48 años. En mi tendencia ilusa a otorgarme la condición de la objetividad ideé escribir una relación detallada, objetiva y precisa de todas y cada una de esas casas. La norma primera exigía un relato descriptivo sin el menor atisbo de subjetividad sobre lo vivido; un mero catálogo, un listado de espacios y objetos. La propuesta inicial debía resultar próxima a los paradigmas de trabajo de James Agee y Walker Evans en Elogiemos ahora a hombres famosos1, repleta de descripciones frontales tanto en el texto como en las fotografías prístinas de Evans; por otro lado, debía situarse totalmente alejada del formato “memorias”, siempre dado a la unión entre las vivencias y las casas habitadas 2.

También concebí –desde la atalaya profética del yo sistemático que prescribe las normas que rigen los proyectos- que la documentación de dichas casas a través de la imagen fotográfica se me antojaba en los márgenes de la imposibilidad, debido a que dicha tipología fotográfica -la relativa a la arquitectura- se aleja de la estrategia creativa que he ido realizando en los últimos años: la adopción de los modos propios de la comunicación visual de la ornitología (desde donde deseo mirar); pero, principalmente, desde la convicción de que los lugares a fotografiar cambian inexorablemente con el paso del tiempo; sin embargo, los recuerdos se pueden desvanecer entre las brumas matutinas del pasar de los años… neblinas que desaparecen en el mediodía de la recapitulación escrita consciente, esa que permite aflorar el detalle preciso.

Así, originariamente, la forma final preconcebida de esta exposición se estipulaba en la disposición de una mesa, una silla y un flexo en el centro de la sala. Sobre la mesa se presentaría un único ejemplar del libro a disposición de cualquier persona interesada y, en las paredes de la galería, de manera adjunta (casi residual), las fotografías realizadas a una población de mirlo común (Turdus Merula) residentes en una zona concreta de la ciudad donde vivo actualmente: Málaga. Por lo tanto, todo el protagonismo del proyecto recaería en el acto de transmisión escrita-leída a través de un único libro de descripciones objetivas.

Espoleado por el beneficioso acto de la recapitulación en cuanto que terapia, me senté delante del ordenador y con parsimonia creé un nuevo documento. Al igual que en los cánticos estimulantes que entonaba durante el trabajo de campo, titulé con enjundia -exactamente igual que en este texto- la primera página con tres primeras líneas, a justificación centrada y en negrita: 

 

                                                       Turdus merula 

                            O todas las casas donde he vivido más de tres meses

                                                       Juan del Junco 

 

Tras esas tres líneas comencé a escribir todo lo que recordaba. Sin tener conciencia de seguir correlativamente la línea de tiempo –al igual que en esos comienzos tan repetidos y normalizados del “yo nací el…”- empecé a describir concienzudamente la primera de las casas donde he vivido más de tres meses. En esa casa viví hasta los 14 años. El texto original comenzaba así:

 

                       1. Calle Tilo, nº 7 Chalet La Pardilla, Jerez de la Frontera (Cádiz)

 

«Es más que probable que la primera casa donde recalé tras venir al mundo fuera el chalet “La Pardilla”. Desconozco en qué  clínica u hospital mi madre dio a luz el día de mi nacimiento,  pero es casi seguro que mis padres y mis hermanos mayores ya estaban instalados en esa enorme casa en el momento que llegué a la vida. Las ideas referentes a esos años son vagas y difuminadas,  en parte las debo a algunas fotos antiguas vistas en los álbumes y a algunos comentarios oídos hace  años en las conversaciones familiares: esas conversaciones, donde uno o varios miembros de la familia se reúnen en torno a la memoria, en la  pregunta continua, en el acto responsable de la tradición oral entre generaciones.

 

La casa era un gran chalet en una de las zonas acomodadas del pueblo: un nuevo barrio llamado Montealto, donde a partir de los años sesenta se había expandido la población en una sucesión de enormes chalets unifamiliares con parcelas ajardinadas.»

 

                                                               VI

 

La fuerza mayor por la que anteriormente nos preguntábamos se presentó impertérrita unos días después frenando en seco la escritura: la simple descripción de la cancela de entrada a la casa empleó más de dos páginas; no había entrado siquiera dentro de la vivienda y llevaba cinco páginas más; la sala de estar -aparentemente una pequeña habitación de la casa- ocupó casi otras siete. Aún quedaba por describir las habitaciones, la cocina, el salón, el cuarto de los bichos, todos los jardines repletos de árboles y plantas, sus flores, las perreras… cientos de libros, objetos, cuadros… Paulatinamente albergué, perplejo, un temor factible: jamás terminaría de relatar cómo eran las 18 casas donde he vivido más de tres meses. Peor aún, cabía la posibilidad de que fuese incapaz de finalizar la descripción de aquella casa primera.

Para terminar de rematar el deseo apareció otro freno. La primera intención, la de la objetividad y la descripción precisa, saltó por los aires en el momento en que fui consciente de que realizando ese recorrido por la primera casa donde viví había incluido una profusión interminable de sucesos, sentimientos, emociones y anhelos. Como en todo mi trabajo, la condición inicial (o, probablemente, no) de lo objetivo, lo sistemático, lo claro o lo serial, había resultado fallida. La vuelta de tuerca que giraba el proyecto 180 grados -una herramienta constante en mi trabajo- tenía esta vez un veto implícito.

 

                                                                VII

 

Varios días después de abandonar la escritura del libro hojeando una libreta utilizada dos años antes, aparecieron -a modo de señal- unos apuntes con una listado de proyectos por hacer: 

 

“El libro imposible de todas las aves que vuelan sobre mí”

“El libro imposible de todas las piedras que me gustan”

“El libro imposible de todos los árboles que hacen grupos”

“El libro imposible de todas las olas que rompen en la orilla”

“El libro imposible de todas las rocas que emergen con las mareas”

 

Podría haber incluido en aquel listado “El libro imposible de todas las casa donde he vivido más de tres meses”. 

 

                                                              VIII

 

El mirlo común (Turdus merula) (Linneo: 1758) es un ave perteneciente a la familia Turdidae y al género Turdus que habita ampliamente a lo largo de todo el Paleártico. De tamaño mediano (puede llegar a medir 30 centímetros), habita tanto en entornos naturales como en núcleos humanos. Su figura es fácilmente reconocible: un pájaro negro con el pico y el anillo ocular amarillo (aunque las hembras son de color pardo y sus picos son negros). En las ciudades y pueblos se suele avistar en los parques y jardines picoteando en el suelo en busca de alimentos, principalmente insectos y lombrices, aunque también se alimenta de frutos y bayas. El periodo de reproducción comienza en el mes de marzo y finaliza en julio. La hembra puede sacar hasta tres puestas. 

A fin de recabar datos sobre la población de mirlos comunes de la zona este de la ciudad de Málaga, en este proyecto se estableció una metodología de trabajo a través de varios recorridos por Pedregalejo, Cerrado de Calderón y El Limonar durante el la época de cría de la especie. El método consistió en avistar individuos, realizar fotografías de los mismos, y anotar fecha, hora y lugar de avistamiento. Posteriormente se traspasaron dichas localizaciones a una cartografía del área en cuestión, estableciéndose varias triangulaciones entre dichos puntos. Para terminar, se calculó la distancia entre los lugares de observación.

En la península ibérica, la mayor parte de la población -a excepción de algunos movimientos de dispersión local y de la visita invernante de ejemplares migrantes procedentes de centroeuropa- son sedentarios.

 

                                                                IX

 

Hace aproximadamente 8 años abandoné la condición de sedentario y comencé un recorrido nómada que me ha llevado a vivir en siete casas diferentes. Ese recorrido nunca es deseado. Debido a circunstancias profesionales he ido de ciudad en ciudad, y he acabado por sentir un cansancio enorme y una amarga sensación de precariedad al no saber donde acabaré al año siguiente.

Las zonas elegidas para este falso censo lo fueron por ser el recorrido existente entre la casa donde vivía cuando comencé el proyecto –de nuevo he vuelto a cambiar de casa- con la galería Isabel Hurley, lugar donde se presenta este trabajo. Son, sin duda, algunas de las mejores zonas -acomodadas- de la ciudad de Málaga. 

Al recorrer sus calles desde la condición del nómada, uno se da de bruces con la sensación de estar en territorio vedado. Únicamente desde la posición del ornitólogo amateur (amateur y amar tienen la misma raíz –el que ama-), del diletante (el que se deleita), he sido capaz de recorrer sus calles sin sentir ese veto, probablemente porque desde esa posición siento que estoy en mi primera “casa” (la de los proyectos).

La primera casa física donde viví está localizada en una zona muy similar a las que se han recorrido para este trabajo. Es por ello que la posibilidad de descripción objetiva de la misma en el ya Libro imposible de todas las casa donde he vivido más de tres meses estaba vetada per se. Tal vez, si hubiera comenzado el libro describiendo la casa donde vivo actualmente –que no será la última- podría haber aceptado la condición de ser objetivo, taxonómico, certero, sintético… 

Al comenzar la escritura por lo más lejano a mi realidad presente acarreé el peso de lo que jamás volverá y de lo que ya no soy pero sí deseo ser (ver nota al pie*). Caminando por esas calles formadas por “una sucesión de enormes chalets unifamiliares con parcelas ajardinadas” en busca de los mirlos estaba haciendo un recorrido por la primera casa donde viví, por lo que hemos de concluir que el proyecto no es fallido: con hacer el recorrido bastaba, no era necesario escribirlo.

 

 

 1 AGEE, J y EVANS, W, Elogiemos ahora a hombres famosos, Barcelona: Planeta, 2008.

  2 Ver AUSTER, P, Diario de Invierno, Barcelona: Anagrama, 2012

 

* Nota: acatando la imposibilidad de ser objetivo y sistemático, se ha determinado incluir -a modo de sortilegio- varias fotografías de los mirlos comunes que habitan en el campus de El Ejido de la Universidad de Málaga, lugar donde desempeño actualmente mi empleo y donde deseo volver a ser sedentario.

Con el espíritu de un historiador del arte, Montesinos quiere poner en valor ese universo heterogéneo no sólo como colmatación estilística o fenómeno artístico, también lo entiende como un pasaje de ida y vuelta: resultado/producto de un proceso social, económico y artístico tanto como vía para llegar a esos factores en esa ruta para la (auto)comprensión. Ciertamente, su propósito no es sólo constituirse en nueva oda o revisión artística de las producciones del Estilo del relax, participando del relato que lo proyecta como una mitología local, sino abordarlo desde sus implicaciones sociales e identitarias. El título de esta exposición revela el profundísimo vínculo que siente Montesinos con el universo del relax, que viene a modificar y configurar el lugar/territorio que siente como propio, en el que encuentra el sentido o el origen de un modo de ser y estar, un lugar que, en definitiva, es él. Lo que Montesinos pretende es proyectar sobre este objeto de estudio una mirada distinta, nuevas preguntas que conlleven respuestas que vengan a ampliar, completar y diversificar la interpretación y la fortuna crítica del mismo. Tal vez, por todo ello, podemos llegar a comprender la militancia que demuestra Montesinos respecto al valor intrínseco del universo del relax, a su posicionamiento en la convicción de su valor como indudable patrimonio. El artista no oculta cómo ese patrimonio es fruto de una modificación radical de la conurbación Costa del Sol, de esa suerte de ciudad-lineal que se desarrolla a lo largo de la N-340, de lo que técnicamente se llama ZoMeCS (Zona Metropolitana de la Costa del Sol), incluso de los orígenes y las derivaciones espurias y perversas del fenómeno económico que la sustenta, pero ello no es óbice para aceptar la trascendental y esencial ascendencia sobre su persona -y sobre el pueblo, paisanaje o comunidad- y la defensa de muchos de sus hitos y cultura material y simbólica como documentos culturales, antropológicos e identitarios.

El de Montesinos es, por tanto, un viaje tan científico –aquí la práctica artística se convierte en una ciencia social- como emocional. Documento y memoria parecen fundirse en su ejercicio, tanto como que aquellos elementos o pormenores sobre los que fija su mirada para interpelarse actúan con la doble condición de ser indicios y vivencias. Para ello, como compañero de viaje, cuenta con el concurso del comisario. Esta exposición, de hecho, viene a culminar más de una década en la que el Estilo del relax se ha convertido para ambos, para el artista y para quien esto escribe, en recurrente tema de conversación y reflexión que ha alumbrado distintas experiencias compartidas, ya sean expositivas, como el proyecto Forjando identidades. Construyendo escenarios (Genalguacil Pueblo Museo, 2019), o de producción artística y de conocimiento. De hecho, muchas de ellas han resultado profundamente significativas para este proceso de investigación, un auténtico work in progress, que metaforizamos como una suerte de viaje. Tanto es así, que algunos posicionamientos, materiales y soluciones que se observan en RLX, el lugar que soy proceden, siendo reformulados para esta ocasión, de aquellos capítulos anteriores.

En RLX, sobre el lugar que soy, Montesinos hace confluir algunos rasgos y procedimientos característicos de su poética con distintas nociones que quiere destacar del Estilo del relax, como su naturaleza de estilo de aluvión, de acarreo de materiales y de fórmulas arquitectónicas procedentes de la tradición vernácula y de la arquitectura del Movimiento Moderno, que pasaban a fundirse de un modo absolutamente desprejuiciado, libre e incluso bizarro. Para ello, el artista ensaya una propuesta eminentemente escultórica en la que descompone algunos de los principales edificios-icono, con una gran carga vivencial para él, en un repertorio de soluciones formales, materiales y rasgos estilísticos. Viendo estos dispositivos escultóricos, como el que se inspira en la icónica Residencia de Tiempo Libre de Marbella, acuden a nuestra memoria el ciclo de obras que Montesinos ha venido haciendo en sus Inopias, una fórmula que caracteriza, en buena medida, su trabajo último. Ante los circuitos de mini-golf del Hotel Mare Nostrum de Fuengirola, gracias al modo en el que se exponen, afloran las “áreas gráficas” a las que se entregó al principio de su carrera. El uso del DM y cierto desarrollo escénico que asumen algunas de las obras expuestas, permiten que encontremos en ellas algunas de las ideas-fuerza del proyecto Forjando identidades. Construyendo escenarios, relativas a la comprensión como escenografías, decorados o tramoyas de diversas construcciones y conjuntos para el ocio y el turismo que se desarrollaron en la Costa del Sol.

Montesinos, desde la precariedad de los materiales que decide emplear, logra soluciones y terminaciones verdaderamente próximas a las que los artífices de muchos de esos edificios brindaron como impronta estilística y formal a los mismos. Sorprende el uso del cartón acanalado o del cemento en algunos elementos y pormenores de sus piezas, de modo que nos traen fortísimas evocaciones de los procedimientos y materiales usados en el tercer cuarto de siglo XX, lapso en el que se desarrolló el Estilo del relax. En otras ensaya nuevas fórmulas escultóricas mediante el uso del DM, de manera que opta a la tridimensionalidad y a lo arquitectónico a partir de planchas. También, a modo de trampantojos –lo escenográfico, ese sentido de decorado al que antes nos referíamos-, incluye materiales míticos que identificamos con este universo, como es el caso de la recreación del gresite (azulejos o teselas) que alude a las piscinas y, en concreto a la del edificio San Miguel de Fuengirola. En otros casos, debemos destacar el carácter semántico de algunas soluciones formales, como la toalla colgada con la impresión de varias de las torres que Antonio Lamela diseñó para Playamar (Torremolinos) –evidencia, también, los nuevos usos de la fotografía, o directamente habla de la post-fotografía-. Una de las imágenes más usuales de los enclaves de turismo veraniego son esas acciones espontáneas de los turistas que cuelgan sus toallas de playa en terrazas y ventanas. Esa política de gestos habla del fenómeno del sol y playa con el que tanto se vincula a la Costa de Sol como uno de los destinos paradigmáticos de nuestro país.

Montesinos, con algunos de sus dispositivos de exposición, consigue evidenciar el profundo carácter plástico que posee la arquitectura ligada al Estilo del relax, lo que la convierte en en proto-postmoderna, pues parte de ella encarna, desde los años cincuenta, valores hápticos, esculturales, plásticos y cierta reformulación de lo vernáculo que vendrían a ser descritos como rasgos esenciales de la venidera arquitectura post-moderna. Resulta clave el comentado acto de descomponer esos edificios en sus materiales y elementos esenciales, en mostrarnos el vocabulario que se articula en lenguaje o estilo, en destacar sus significantes. Sus obras, por mor de esto, pasan a ser ejercicios de metonimia. Es decir, algunos de esos fragmentos nombran irrevocablemente al edificio que los ampara.

Otra cuestión de largo alcance se desprende del conjunto de esta RLX, el lugar que soy. Una cuestión que viene, hasta cierto punto, a validar o demostrar cuán cierto es ese presupuesto que defiende Montesinos de cómo él es el lugar. Nos referimos a cómo su modus operandi a lo largo de su carrera artística está mediado por un concepto/comportamiento como el de deriva. Precisamente, en los proyectos que abordan la Costa del Sol parece emular algunas de las derivas que han venido a interpretar desde las prácticas artísticas este territorio. Esta exposición o su reciente documental Relax N-340, estrenado hace unos meses en el Contenedor Cultural de la UMA, parecen emular trascendentales viajes locales e internacionales, como el cortometraje, a modo de road-movie, que Guillermo Pérez Villalta grabó, en 1982, para el mítico programa de TVE La Edad de Oro; o el viaje que realizaron Diego Santos, Carlos Canal y Juan Antonio Ramírez por la N-340, en 1986, como trabajo de campo para escribir el libro que da nombre al Estilo del relax, en el que se teorizó éste. Este último viaje podría ser considerado un réplica del que realizaron Robert Venturi, Steven Izenour y Denis Scott Brown por el strip de Las Vegas en 1968 y del cual surgió Aprendiendo de las Vegas, un libro que anunció la post-modernidad.

Por todo ello, entrar en esta exposición equivale a emprender un ejercicio de deriva, a través de hitos e iconos del relax, por ese territorio del que es natural Montesinos. Pero, seguramente, una vez que emprendan esa deriva, ustedes, como el artista y el comisario, sientan que inician un viaje por su memoria, por aquello que les identifica y por el lugar que son.

Juan Francisco Rueda

Comisario

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Actividad realizada con la ayuda del Ministerio de Cultura y Deporte