El título de la obra -y de la exposición- está tomado de un verso del poema At Bridget’s Well -en el pozo de Bridget-, de Doireann Ní Ghríofa, dedicado a este personaje femenino que se mueve entre la historia y la leyenda. Forma parte de la triada de santos patrones de Irlanda, donde, desde los tiempos paganos existe la costumbre de marcar pozos bajo la advocación a dedidades y santos, atribuyéndoles propiedades sanatorias del cuerpo y del espíritu. Comparten carácter sagrado con otros espacios naturales, como arboledas o manantiales, junto a los que conforman rutas de peregrinaje trazadas ya por los celtas. Bridget, Brige, Bride o Brigid, es la que mas pozos tiene adjudicados. Además, desde finales del S.XX es un icono del feminismo, que reivindica a esta mujer por los rasgos de fortaleza de carácter, autonomía y defensa de la libertad y derechos propios y de los de aquellas mujeres que formaron parte de la comunidad religiosa que fundó y que acabó dando nombre y relevancia a un condado y a una ciudad del país, Kildare.

Durante el confinamiento a causa de la COVID 19 la artista estuvo sometida a una gran tensión. Su casa está en un paraje aislado, al oeste de Irlanda. Por una parte, esa ubicación le permitía pasear libremente por el campo cuando el clima era propicio, lo que durante el invierno no sucede con frecuencia; pero el aislamiento y la preocupación ante los acontecimientos acabaron por pasar factura.

Leyendo poesía de jóvenes autoras irlandesas descubrió este poema y lo uno llevó a lo otro. Aideen Barry, cuyo trabajo está muy comprometido con el discurso de género, quedó fascinada por sus versos y por el personaje, visto ahora desde una perspectiva mas amplia. Trató de sumergirse en ese mundo de intersticios liminares, entre el sueño y la vigilia, la realidad y la fantasía, lo subjetivo y lo objetivo; a modo de ventanas, puertas o umbrales, zonas de tránsito hacia un estado de relax y de calma, que le permitía tomar distancia frente a la situación provocada por la pandemia.

Es la segunda instalación de esta obra, que es site specific, montada por primera vez en 2021, para la exposición Turas, en Glebe Gallery (IE). La actual, se ha diseñado expresamente, en tamaño mucho mayor y mas amplia, adaptándose al plano y alzado de la galería, en sus tres zonas de expositivas, para inaugurar la programación del Espacio Virtual.

Statement de la artista

Durante los largos y numerosos días de confinamiento mi estado de ansiedad llegó a estar completamente fuera de control. Recurrir a videos de ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response – Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma) como estrategia para conciliar el sueño se convirtió en una especie de «peregrinación»

digital. Escuchaba sonidos de la naturaleza y paisajes de audio digital como terapia para evitar las oleadas de insomnio que plagaban mi mundo. Encontré también mucho consuelo en la jardinería y en los paseos por el campo despoblado que rodea mi casa. Asimismo, escuchar y leer poesía contribuyó a que me sintiera un poco mas estable cuando la situación se volvió abrumadora. Así, me propuse la tarea de emprender cada día estos «peregrinajes» virtuales, físicos y metafísicos con el objetivo de estimular mi cerebro, casi paralizado por el pánico, aunque no en exceso. Era una obligación que contraía cada día conmigo misma para mantener a raya al perro negro de la depresión. Cuando medito sobre qué podría considerarse hoy la Turas (palabra gaélica irlandesa que denomina la peregrinación) me sobreviene una imagen de sosiego inalcanzable.

Este trabajo de técnica mixta ofrece una versión o manifestación digital de la naturaleza; es un bricolaje que aúna representaciones del medio natural dibujadas a mano, a las que se superponen, mapeándolas, collages digitales de imágenes de animación, realizadas también a mano. Todo esto se completa con una partitura de audio compuesta por los sonidos sensoriales que mas me ayudaban a desencadenar esa experiencia de hormigueo que finalmente llevarían mi cuerpo a una sensación de calma y al sueño.

La poesía fue un material al que regresé mucho durante ese año de la pandemia. Expandió mi hipotálamo hacia imágenes y materiales que fluían por espacios intermedios, permitiendo que mi mente siempre en incesante actividad descansara. El poema de Ní Ghríofa es una oda a Bride, Bridge, o Brígida, santa irlandesa relacionada con la curación, cuyos pozos se consideran lugares sagrados de peregrinación y espacios intermedios para el ensueño, la meditación y el descanso.

Doireann Ní Ghríofa ve también la naturaleza como un material potente y este poema eleva al lector a una especie de plano astral más allá de cualquier lugar de dolor y sufrimiento. Como artista solo se puede encontrar tal distracción a la complejidad y ansiedad que este mundo parece imponernos a veces.

Reading poetry by young Irish writers she discovered this poem and one thing led to the other. Aideen Barry whose work is extremely committed to gender discourse, was fascinated by the verses and by the personage, seen now from a much wider perspective. She immersed herself in this world of liminal spaces, between sleep and wakefulness, reality and fantasy, the subjective and the objective; windows, doors or thresholds, areas of transit towards a state of quietude and calmness allowing her to distance herself from the situation brought about by the pandemic.

The following images corresponds to the second installation of this site specific work, who was exhibited for first time in 2021 at Glebe Gallery (IE), institution that commissioned it for the group exhibition Turas. For the present ocassion the work has been designed specifically, in a largest size and a broader version, adapted to the plan and the elevation of the gallery in its three exhibition spaces.

Artist Statement:

During the numerous lockdowns I really found my anxiety was completely out of whack. I turned to ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response) videos to help me sleep, it became my digital pilgrimage, I would play nature sounds and digital audio-scapes to help stave off the waves of insomnia that plagued my world. I also found much solace in gardening and going out on nature walks. Listening and reading poetry also helped me to feel kind of grounded when things became overwhelming. I set myself the task of undertaking these virtual, physical and metaphysical pilgrimages each day to keep my panicky brain stimulated but not overly so.

My pilgrimages were both physical and digital. It was the commitment I made to myself each day to keep the black dog of depression at bay. When I considered what Turas  ( the Gaelic Irish word for pilgrimage) is now I had to make a kind of unattainable image of respite. This mixed media work is a digital “copy” or manifestation of nature, it is a bricolage of hand drawn representations of nature, then reassembled digital collages of moving images of nature, hand drawn digital animations replete with an audio score made up of my own sensory sounds that I found helped to trigger that tingling experience that would eventually lead my body to a sense of calmness and eventual sleep.

Poetry was a material I returned to a lot over the course of this plague year. It expanded my hypothalamus to picture materials and fluid in-between spaces and allowed my racing mind to rest. The poem by Ní Ghríofa is an ode to Bride, an Irish Saint associated with healing, but  whose wells are held as holy sites of pilgrimage and liminal dreamy in-between spaces  of reflection and respite. In Ní Ghríofa’s poem she too sees nature as a potent material, it raises the reader to a kind of astral plane beyond a place of pain and suffering. As an artist you can only hope to achieve such distraction to the complexity and anxiety that this world seems to mete out at times.

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