
La colectiva Artistas en residencia. Viaje entre el programa y la deriva, pretende llamar la atención sobre un fenómeno creciente y cada vez mas necesario para contextualizar la práctica artística de los residentes y que comiencen o refuercen la proyección internacional de sus carreras. Es una especie de ritual iniciático, casi imprescindible, que ningún artista joven soslaya, por lo que la lista de programas experimenta año tras año un considerable incremento.
Los artistas admitidos en alguno de ellos van a introducirse las mas de las veces en un ambiente distinto, al que se tienen que adaptar, a la vez que incorporan un importante volumen de nueva información al indivíduo y al artista. Los programas marcarán unas pautas de actuación en lo que respecta al desarrollo de proyectos y ritmo de trabajo, para que se ajuste a un calendario de evaluaciones por parte de los directores, de presentaciones parciales en muestras periódicas, de jornadas de estudios abiertos a curadores, personal de instituciones, críticos y galeristas, etc…
Por otra parte van a recibir una serie de estimulos en diferentes direcciones, sensoriales o intelectuales, que despertarán su intuitición, dejándose llevar con frecuencia por las impresiones que perciben desde el nuevo entorno. Esta dinámica se sitúa de pleno en lo que la Internacional Situacionista llamó la deriva. El concepto de deriva se vincula indisolublemente al reconocimiento de los efectos del hecho psicogeográfico sobre las emociones del indivíduo y a la aceptación de un comportamiento lúdico-constructor por su parte. El descubrimiento de la psicogeografía en ningún caso resulta más natural que cuando lo afronta la sensibilidad de un creador. Con ello se marcan unas diferencias rotundas con las nociones convencionales de viaje y de paseo, quedando mas en la órbita del flanneur y del viajero asociado al Grand Tour, en el polo opuesto al turista cuya experienca pasa por el objetivo de la cámara de fotos o de vídeo, persiguiendo la captura y posesión de un lugar, en muchos casos próximo a transformarse en no lugar a causa de la masificación y pérdida progresiva de carácter. Se trata de una deriva consciente y hasta buscada en un estado de alerta extrema de la conciencia crítica, a demanda de las solicitaciones del nuevo entorno físico, para luego actuar de manera correspondiente. Esa demanda proviene asímismo de la información buscada, no encontrada por casualidad, pero cuya búsqueda responde a esa llamada desde el hecho psicogeográfico.
Si para el situacionismo la deriva es el paso sucesivo e ininterrumpido a través de diferentes ambientes, en lo físico, cultural, humano, etc., las redes de residencias, extendidas por todo el planeta, en zonas urbanas, rurales y hasta naturales, los programas para artistas residentes son, por tanto, uno de los instrumentos mas poderosos de su fomento y práctica tal y como la entiendieron Debord y la IS.
No es de extrañar que el viaje, concebido de mil maneras y analizado hasta la exhaustividad sea tema recurrente. Así, los tres artistas que comparten exposición y tema, todos en un programa de residencia: Irene de Andrés, Javier Artero y Andrea García Vásquez, lo abordan desde perspectivas, presupuestos teóricos y poética diferentes. Irene disecciona el concepto de paraíso asociado al Trópico, su naturaleza exhuberante de aguas turquesas y cristalinas y sus costas de feraz vegetación y arenas finas y blancas, como se vende, junto con una amplia oferta de pluses, en los folletos de las agencias de viajes de todo el planeta, que la artista usa como soporte de su trabajo. Destino preferido por millones de turistas, que, sin embargo, tiene un lado no tan mable, mas bien distópico, asociado a un pasado colonial, del que hay constancia en el pasaporte español, y a un presente de colonización blanda relacionado también con la militarización y el turismo sexual. Las evidencias de ese todo que conforma una realidad, que los turistas de resorts solo conocen a medias, son facilmente localizadas en los buscadores de internet, como nos desvela el vídeo. Javier se centra en la experiencia auténtica, detenida, de la contemplación ajena a la vorágine del consumo indiscriminado e indolente de lugares. Recupera la actitud del viajero privilegiado de la Ilustración y el Romanticismo, un viajero culto, curioso y predispuesto a dejarse emocionar, como Sthendal. Actitud entregada ante la presencia de lo sublime, como los espectadores de Friedrich, y también ante la vida, de no renunciar a ser protagonista de primera mano de una vivencia plena, sin reparar en costes ni tiempo. Paradójicamente a través de medios y soportes que son vectores de esa magnitud: fotografía y vídeo. Andrea plasma en unos papeles mediante tinta sumi y acuarela, unos escenarios a medio camino entre lo real, su recuerdo filtrado por la memoria y el sueño, subvirtiendo perspectivas y planos de esa realidad, superponiendo dimensiones, para inducir al desconcierto primero y a la confusión poco después. Entre los papeles se deslizan dos telas que yuxtaponen pigmento y costura, en un guiño a lo doméstico, familiar y femenino, tan del gusto de aquellas pioneras de lo setenta que reclamaban un lugar para la mujer a través de unas obras que incorporaban elementos propios del reducto destinado a género; pero también a una categoría heterogénea que aúna la pintura con prácticas injustificadamente consideradas menores por su identificación con lo artesanal.
En el transcurso de la colectiva tendrá lugar una representación de la obra dramática Yo ya no soy rara, de las coautoras Alessandra García y Violeta Niebla, recientemente ganadora de la Beca Cienfuegos de producción, en la que exploran su azarosa travesía vital desde que fueron llamadas por el camino del arte. Aventura de alto riesgo tanto en el entorno mas próximo, seguro y conocido, como en las intrincadas rutas del sistema, tránsito del que casi nadie sale indemne.
Irene de Andrés (Ibiza, 1986)
Se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid en el año 2009, y realizó un Máster de Investigación y producción artística. El trabajo de Irene ha sido expuesto en países como España, Portugal, Helsinki, Alemania, Méjico, Holanda y Cuba. Su última exposición individual ha tenido lugar en el Casal Solleric de Palma de Mallorca, además ha participado en el pasado Kunstfilmtage de Düsseldorf. Ha recibido becas de residencia por parte de La Casa de Velázquez, la Fundación Bilbao Arte, y actualmente disfruta de la que le concedieron conjuntamente El Ranchito Matadero – Puerto Rico Beta Local. Entre los premios recibidos destacan el XI Premio de Fotografía El Cultural PhotoEspaña 2011, el Certamen de Arte Joven Circuitos de Artes Plásticas, Generaciones 2013 y el Premio Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals. Además ha obtenido una de las Ayudas a la producción que otorga la Comunidad de Madrid e Injuve 2015.
El trabajo de Irene de Andrés oscila entre residuos postindustriales, paraísos prediseñados, e intersticios donde el tiempo parece paralizarse. Documentación, fotografías, videos e intervenciones, son sus herramientas para crear un discurso que pone en relevancia la necesidad de detenerse ante un mundo que nos hace mirar cada vez más deprisa.
El Segundo Viaje, 2105, es un proyecto en proceso, a falta de que tenga lugar su estancia en Beta Local, Puerto Rico. Del trópico nos viene la imagen de lo que se considera el Paraíso contemporáneo: una playa con palmeras, arena blanca y agua cristalina. Este destino predilecto para el turismo estival se ha poblado de resorts y puertos donde atracar cruceros en busca de lo exótico. Habiendo llegado a nuestro destino del todo incluido, es pertinente establecer un diálogo entre distintos tiempos, fuentes y perspectivas a través de la evolución del concepto de viaje. Comenzamos por los primeros colonos, en su afán por descubrir y adueñarse de nuevos territorios, pasando por la carga simbólica que le otorgan los románticos en el S.XIX, sumidos en tempestades y abocados al naufragio. Después vinieron las maniobras militares de las grandes guerras del S.XX, la invención del radar y la proliferación de bases militares que aseguren el control de los océanos. Finalmente, llegamos al viaje turístico como consumidor de territorios, con viajeros que en el S.XXI ya no se limitan a la colección de imágenes, pues exigen también la experiencia de un lugar insólito y vivir lo auténtico.
El turismo es el nuevo método de colonización que se ha asentado en nuestro siglo y se conecta directamente con la primera intención del viaje. Puerto Rico, por su historia, será uno de los primeros lugares en el que explorar la estelas que los distintos viajeros han dejado en esta isla.
Javier Artero (Melilla, 1989)
Se licencia en Bellas Artes por la UMA y realiza estudios de Arte en la Universidad de Passau. Ha recibido numerosos premios y durante el año 2014 se le otorgaron la Beca Artista Residente de Posgrado Facultad de Bellas Artes de la UMA, con efectos durante el curso 2015, en el que también ha recibido la Beca Art@Tell de la Universidad de Sant Gallen. Ha expuesto recientemente en El Butrón, con una individual y en la BIUNIC, Fundación Madariaga, en Sevilla; en el Espacio Iniciarte y el Centro de Arte Contemporáneo, de Málaga o el MAD de Antequera.
El Periplo (2015) es un proyecto de vídeo y fotografía que investiga ciertos aspectos en torno al paisaje, el tiempo y la contemplación desde una perspectiva romántica. Así, a través de la figura del turista se plantea la revisión de determinados caracteres vestigiales asociados a dicha figura, tales como la idea del viajero. De este modo se estudia la relación entre el individuo y su entorno, el paisaje, y la contemplación del mismo, derivando así en lo sublime y lo siniestro. Sin embargo, lo sublime en este caso no deviene de la vastedad de la naturaleza sino de la indeterminación del paisaje, reducido a sus mínimos elementos. El tiempo en este caso es el nexo que aúna la actitud contemplativa de las figuras que aparecen en la imagen, donde la narratividad se presenta suspendida sin principio ni final, invitando así al espectador a formar parte de esta supuesta contemplación de la contemplación.
Andrea Garcia Vásquez (New Jersey, 1992)
Se licencia en la School of Visual Arts de New York en 2014. Un año mas tarde se le concede una residencia de cinco meses en el Programa LIA (Leipzig International Art Programme) de la Spinnerei de Leipzig, donde consigue también el Pilotenkuechen Programme, por cuatro meses mas. Desde 2013 ha expuesto en varios espacios de New York, en Trenton y en Leipzig. Entre Octubre y Diciembre fue monitora de telares del Healing Arts Program, Brooklyn, NY.
Dreamscapes, 2015, es un proyecto aún en marcha, desarrollado durante su estancia en LIA. Las composiciones se crean a partir del poso que determinadas experiencias han dejado en su memoria. No obstante, los momentos y espacios concretos carecen de relevancia. Lo importante reside en la idea de estar en un espacio construido en la memoria a base de trazos y escenarios que componen un retrato inexacto. La artista sitúa al espectador en espacios indeterminadas que resultan a la vez anónimos y familiares, incluso cuando fueron concebidos en durante un sueño. La presencia de vida se puede percibir, pese a la inexistencia en todos y cada uno de los trabajos de evidencia alguna desde un ser vivo. Andrea García Vásquez nos invita a recrearnos en las sensaciones donde se cruzan lo que es visible a simple vista y lo que subyace, teniendo en consideración las diferencias y la interrelación entre espacio y tiempo ¿Han estado aquí antes o quizá se trata del recuerdo de una lugar que aún no han visitado?
IH
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