Joaquín Ivars
Asimetría de los sentidos
Performance
15.11.2024
Es una performance para sentir duro y pensar tierno, o al revés, o todo al mismo tiempo, o como haya de ser o deseemos que sea, pero siempre ofrecida al sentir y al pensar. A flor de piel.
Propongo algunas “ligeras anomalías” sobre lo cotidiano y quizás sobre lo que alguien puede ver como extraordinario —nunca se sabe realmente qué se cuece detrás de una mirada—. Ofrecemos (somos múltiples) modificaciones mínimas pero perceptibles sobre el mutuo uso del cuerpo y de su motor psíquico, sobre la intervención de los sentidos en el mundo de los afectos, en la inefable combinación de interacciones cuerpo mente y evitando tanto dualismos como con-fusiones.
Me muestro, nos mostramos, pero también para que os mostréis a quien deseéis; nos distanciamos y nos acercamos en ese eje perturbador que la asimetría aporta. La incertidumbre de lo sentido, de los sentidos y del sentido: de la vida y de la experiencia, del ser aquí y ahora, de… Y nos hablaremos de la captura y de la suelta, de la libertad soñada y desperdiciada y de las prisiones imperceptibles y naturalizadas.
Observaremos/pensaremos/sentiremos el dolor y el placer de los cuerpos, de las emociones, de las “razones y sinrazones”, del confort y del miedo, de la confianza y del pánico. O del amor y de su vacío, de la caricia sorpresiva que a veces se embosca en una agresividad solo aparente, reveladora, lúcida y lúdica, nunca malintencionada y siempre consentida, deseada, pero casi siempre malinterpretada, como todo lo genuino. Juego.
Para el público que nos acompañe y colabore (apenas un ligero gesto sin riesgo de ningún tipo para nadie), habrá un obsequio inquietante que simboliza la vulnerabilidad de nuestra mirada; un regalo para nuestro SER contingente e incompleto y sin embargo PERFECTO y único. Un daño leve en una representación bidimensional firmada por mí como testimonio de nuestro encuentro. Un dolor y una mirada perdida, literalmente, para que dejemos espacio y tiempo al devenir: para ver otra cosa más allá de lo obvio, sin juicios, pero con “voluntad de suerte”.
Wittgenstein, en su inolvidable y famosísima frase de su Tractatus logico-philosophicus, (escrito entre 1914-1916 en las trincheras de la Gran Guerra, como se la llamó entonces, antes de que aconteciera la Segunda Guerra Mundial) nos decía: “De lo que no se puede hablar, es mejor callar.” Lo parafraseo, sin contradecirlo, un siglo de experiencias más tarde de su enunciación primera, en tiempos parecidos pero con amenazas aún más terribles: “De lo que no se puede hablar, es mejor jugar”. Jugar en serio. Asimetría de los sentidos, de los hechos y los deseos, del hablar y del hacer, y también del saber callar y esperar cuando toca jugar a eso…
Joaquín Ivars