
Dónde mueren los pájaros es un proyecto que ha ido surgiendo del diálogo mantenido entre David Escalona y Chantal Maillard a lo largo del tiempo; de un encuentro lleno de pequeños acontecimientos donde los límites entre ambos artistas y sus respectivos soportes creativos no se deslindan. ¿Quién comenzó? ¿Qué es lo que pertenece al uno y al otro? ¿Hasta cuándo? No se trata de ilustrar un poema, ni de interpretar mediante palabras una obra plástica, sino de romper con los esquemas habituales y propiciar un ámbito, ya sea físico o mental, atravesado por multiplicidades, confluencias, ecos o resonancias, que invite a la reflexión. Es importante evidenciar la convivencia entre diferentes disciplinas artísticas que se ha dado a lo largo de la historia y que no obstante suelen ubicarse por separado, en compartimentos estancos. En puridad, este proyecto no puede calificarse ni de inter-disciplinar ni de inter-personal, siendo más certera la aplicación del prefijo trans, que va un paso más allá del intercambio basado en la complementariedad de dos partes diferenciadas, de las limitaciones impuestas o autoimpuestas para poder crear un escenario sin jerarquías.
Las obras que pertenecen a dicho proyecto no son más que huellas residuales de un encuentro propiciado a través de la metáfora; huellas que son el testigo que los creadores ofrecen al espectador para que continúe conformando, conformándose, según sus necesidades, expectativas o deseos; pueda encontrar alguna respuesta o plantear nuevos interrogantes.
Por otra parte, con la inquietud de prestar o amplificar la voz de los silenciados, de todas aquellas víctimas olvidadas en los márgenes de la historia y sin embargo insoslayables. Quizá, han partido del pathos latente en las fallas de la Historia, accidentes ya advertidos por pensadores como Aby Warburg o Nietzche, sismógrafos que acabarían enloqueciendo. Chantal y David se han dejado atravesar por ese pathos trans-histórico para hacer nuevas relecturas, para mostrar un ápice de aquella realidad espectral irrepresentable con la que convivimos día a día, la de una herida que es común; una herida que es la misma de todos, fruto de las tensiones y conflictos, de la violencia humana desorbitada. Qué herida no es de guerra y venida de la sociedad entera, escribió Bousquet, el poeta-soldado, desde la cama donde prácticamente discurrió su vida tras ser alcanzado por una bala en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial.
Dónde mueren los pájaros es un lugar extraño, es la tierra de nadie donde, a través de la poesía, el dibujo, la escultura y la instalación, Chantal Maillard y David Escalona invitan a reflexionar, desde la compasión, acerca de la Historia del Hombre: la historia de un perpetuo crimen.
David Escalona (Málaga, 1981), es Licenciado en Bellas Artes y en estos momentos prepara su doctorado por la UGR. Cuenta en su haber con numerosos premios becas y ayudas, así como con exposiciones individuales y colectivas en espacios comerciales e instituciones de reconocido prestigio. Sus exposiciones y proyectos has sido recogidos en medios relevantes y de manera destacada, siendo portada del Especial ARCO del ABCD las Letras y las Artes con motivo de su selección para el stand individual de la Fundación ONCE, con motivo de su debut en la edición de la feria de 2012. Asimismo protagonizó una de las entrevistas en las dos páginas centrales de ese mismo suplemento cultural, considerado por su director de contenidos como una de las voces mas poderosas de la plástica española.
Chantal Maillard (Bruselas, 1951), es Doctora en Filosofía, especialista en Filosofía y Religiones de la India en la Banaras Hindu University (Benarés). Hasta el año 2000 impartió docencia en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Málaga, donde impulsó los estudios de Filosofía y Estética Comparada. Ha desarrollado desde 1998 la labor de crítica en los Suplementos Culturales de los Diarios ABC y El País.
Es autora de numerosos libros de poemas, ensayos y diarios. En el año 2004 le fue concedido el Premio Nacional de Poesía por su obra Matar a Platón y en el 2008 el Premio Nacional de la Crítica y el Premio Andalucía de la Crítica por Hilos. Sus diarios son la apuesta por una escritura en varios registros que convierte a la propia conciencia en objeto de reflexión.
Con el espíritu de un historiador del arte, Montesinos quiere poner en valor ese universo heterogéneo no sólo como colmatación estilística o fenómeno artístico, también lo entiende como un pasaje de ida y vuelta: resultado/producto de un proceso social, económico y artístico tanto como vía para llegar a esos factores en esa ruta para la (auto)comprensión. Ciertamente, su propósito no es sólo constituirse en nueva oda o revisión artística de las producciones del Estilo del relax, participando del relato que lo proyecta como una mitología local, sino abordarlo desde sus implicaciones sociales e identitarias. El título de esta exposición revela el profundísimo vínculo que siente Montesinos con el universo del relax, que viene a modificar y configurar el lugar/territorio que siente como propio, en el que encuentra el sentido o el origen de un modo de ser y estar, un lugar que, en definitiva, es él. Lo que Montesinos pretende es proyectar sobre este objeto de estudio una mirada distinta, nuevas preguntas que conlleven respuestas que vengan a ampliar, completar y diversificar la interpretación y la fortuna crítica del mismo. Tal vez, por todo ello, podemos llegar a comprender la militancia que demuestra Montesinos respecto al valor intrínseco del universo del relax, a su posicionamiento en la convicción de su valor como indudable patrimonio. El artista no oculta cómo ese patrimonio es fruto de una modificación radical de la conurbación Costa del Sol, de esa suerte de ciudad-lineal que se desarrolla a lo largo de la N-340, de lo que técnicamente se llama ZoMeCS (Zona Metropolitana de la Costa del Sol), incluso de los orígenes y las derivaciones espurias y perversas del fenómeno económico que la sustenta, pero ello no es óbice para aceptar la trascendental y esencial ascendencia sobre su persona -y sobre el pueblo, paisanaje o comunidad- y la defensa de muchos de sus hitos y cultura material y simbólica como documentos culturales, antropológicos e identitarios.
El de Montesinos es, por tanto, un viaje tan científico –aquí la práctica artística se convierte en una ciencia social- como emocional. Documento y memoria parecen fundirse en su ejercicio, tanto como que aquellos elementos o pormenores sobre los que fija su mirada para interpelarse actúan con la doble condición de ser indicios y vivencias. Para ello, como compañero de viaje, cuenta con el concurso del comisario. Esta exposición, de hecho, viene a culminar más de una década en la que el Estilo del relax se ha convertido para ambos, para el artista y para quien esto escribe, en recurrente tema de conversación y reflexión que ha alumbrado distintas experiencias compartidas, ya sean expositivas, como el proyecto Forjando identidades. Construyendo escenarios (Genalguacil Pueblo Museo, 2019), o de producción artística y de conocimiento. De hecho, muchas de ellas han resultado profundamente significativas para este proceso de investigación, un auténtico work in progress, que metaforizamos como una suerte de viaje. Tanto es así, que algunos posicionamientos, materiales y soluciones que se observan en RLX, el lugar que soy proceden, siendo reformulados para esta ocasión, de aquellos capítulos anteriores.
En RLX, sobre el lugar que soy, Montesinos hace confluir algunos rasgos y procedimientos característicos de su poética con distintas nociones que quiere destacar del Estilo del relax, como su naturaleza de estilo de aluvión, de acarreo de materiales y de fórmulas arquitectónicas procedentes de la tradición vernácula y de la arquitectura del Movimiento Moderno, que pasaban a fundirse de un modo absolutamente desprejuiciado, libre e incluso bizarro. Para ello, el artista ensaya una propuesta eminentemente escultórica en la que descompone algunos de los principales edificios-icono, con una gran carga vivencial para él, en un repertorio de soluciones formales, materiales y rasgos estilísticos. Viendo estos dispositivos escultóricos, como el que se inspira en la icónica Residencia de Tiempo Libre de Marbella, acuden a nuestra memoria el ciclo de obras que Montesinos ha venido haciendo en sus Inopias, una fórmula que caracteriza, en buena medida, su trabajo último. Ante los circuitos de mini-golf del Hotel Mare Nostrum de Fuengirola, gracias al modo en el que se exponen, afloran las “áreas gráficas” a las que se entregó al principio de su carrera. El uso del DM y cierto desarrollo escénico que asumen algunas de las obras expuestas, permiten que encontremos en ellas algunas de las ideas-fuerza del proyecto Forjando identidades. Construyendo escenarios, relativas a la comprensión como escenografías, decorados o tramoyas de diversas construcciones y conjuntos para el ocio y el turismo que se desarrollaron en la Costa del Sol.
Montesinos, desde la precariedad de los materiales que decide emplear, logra soluciones y terminaciones verdaderamente próximas a las que los artífices de muchos de esos edificios brindaron como impronta estilística y formal a los mismos. Sorprende el uso del cartón acanalado o del cemento en algunos elementos y pormenores de sus piezas, de modo que nos traen fortísimas evocaciones de los procedimientos y materiales usados en el tercer cuarto de siglo XX, lapso en el que se desarrolló el Estilo del relax. En otras ensaya nuevas fórmulas escultóricas mediante el uso del DM, de manera que opta a la tridimensionalidad y a lo arquitectónico a partir de planchas. También, a modo de trampantojos –lo escenográfico, ese sentido de decorado al que antes nos referíamos-, incluye materiales míticos que identificamos con este universo, como es el caso de la recreación del gresite (azulejos o teselas) que alude a las piscinas y, en concreto a la del edificio San Miguel de Fuengirola. En otros casos, debemos destacar el carácter semántico de algunas soluciones formales, como la toalla colgada con la impresión de varias de las torres que Antonio Lamela diseñó para Playamar (Torremolinos) –evidencia, también, los nuevos usos de la fotografía, o directamente habla de la post-fotografía-. Una de las imágenes más usuales de los enclaves de turismo veraniego son esas acciones espontáneas de los turistas que cuelgan sus toallas de playa en terrazas y ventanas. Esa política de gestos habla del fenómeno del sol y playa con el que tanto se vincula a la Costa de Sol como uno de los destinos paradigmáticos de nuestro país.
Montesinos, con algunos de sus dispositivos de exposición, consigue evidenciar el profundo carácter plástico que posee la arquitectura ligada al Estilo del relax, lo que la convierte en en proto-postmoderna, pues parte de ella encarna, desde los años cincuenta, valores hápticos, esculturales, plásticos y cierta reformulación de lo vernáculo que vendrían a ser descritos como rasgos esenciales de la venidera arquitectura post-moderna. Resulta clave el comentado acto de descomponer esos edificios en sus materiales y elementos esenciales, en mostrarnos el vocabulario que se articula en lenguaje o estilo, en destacar sus significantes. Sus obras, por mor de esto, pasan a ser ejercicios de metonimia. Es decir, algunos de esos fragmentos nombran irrevocablemente al edificio que los ampara.
Otra cuestión de largo alcance se desprende del conjunto de esta RLX, el lugar que soy. Una cuestión que viene, hasta cierto punto, a validar o demostrar cuán cierto es ese presupuesto que defiende Montesinos de cómo él es el lugar. Nos referimos a cómo su modus operandi a lo largo de su carrera artística está mediado por un concepto/comportamiento como el de deriva. Precisamente, en los proyectos que abordan la Costa del Sol parece emular algunas de las derivas que han venido a interpretar desde las prácticas artísticas este territorio. Esta exposición o su reciente documental Relax N-340, estrenado hace unos meses en el Contenedor Cultural de la UMA, parecen emular trascendentales viajes locales e internacionales, como el cortometraje, a modo de road-movie, que Guillermo Pérez Villalta grabó, en 1982, para el mítico programa de TVE La Edad de Oro; o el viaje que realizaron Diego Santos, Carlos Canal y Juan Antonio Ramírez por la N-340, en 1986, como trabajo de campo para escribir el libro que da nombre al Estilo del relax, en el que se teorizó éste. Este último viaje podría ser considerado un réplica del que realizaron Robert Venturi, Steven Izenour y Denis Scott Brown por el strip de Las Vegas en 1968 y del cual surgió Aprendiendo de las Vegas, un libro que anunció la post-modernidad.
Por todo ello, entrar en esta exposición equivale a emprender un ejercicio de deriva, a través de hitos e iconos del relax, por ese territorio del que es natural Montesinos. Pero, seguramente, una vez que emprendan esa deriva, ustedes, como el artista y el comisario, sientan que inician un viaje por su memoria, por aquello que les identifica y por el lugar que son.
Juan Francisco Rueda
Comisario
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