Alberto Borea
El negro estuvo aquí (2008-2013)
Exposición homenaje
14.11.2024
En el contexto de celebración que es Málaga Gallery Weekend programamos una exposición homenaje al gran artista que fue Alberto Borea (Lima, Perú, 1971-2020). El negro estuvo aquí (2008-2013) reúne un grupo de obras que formaron parte de las tres individuales que hizo en la galería -2008 (Ruinas y ciudades); 2011 (Mountains of America); y 2013 (Turista El Dorado)- y de las propuestas individuales para Volta NY 2011 y ARCO 2013. Algunas de ellas en colecciones privadas, que han tenido la generosidad de cederlas para esta ocasión tan especial. Sus allegados lo llamaban «negro», apelativo cariñoso usado en algunos lugares de Latinoamérica. Él mismo tituló así algunos de sus trabajos, como el vídeo Mountains of América (Negro) (2010), en el que escribe esa palabra con el pie sobre un paisaje nevado de Vermont (EEUU), en una acción performativa con un guiño al Land Art. Es obvia la alusión a sí mismo y a una cierta sensación sobre cómo los latinos son percibidos por determinados sectores de la población en Estados Unidos, incluida la comunidad negra. En 2011 la galería participó en Volta NY con un solo de Borea, y, entre otras obras, se expuso este vídeo, no sin suscitar controversia. Puesto al corriente, recuerdo que me comentó: «seguro que se trata de blanquitos con mala conciencia». Y, en efecto, así era. De hecho, hubo mas de un comprador negro muy interesado en esa pieza, como un famoso presentador de televisión, y ninguno manifestó incomodo. Alberto Borea, en última instancia, con ese gesto quiso marcar en la nieve un apodo con el que se sentía plenamente identificado, cómodo, y que exhibía con orgullo y una buena dosis de rebeldía. Con grandes caracteres formados por el hueco que dejaba la nieve retirada del suelo negro por su pie, el artista quiso dejar huella de su paso, como una práctica más de mapeo, haciendo suyo ese territorio, conceptualmente hablando.
Alberto Borea, «el negro», también estuvo y dejó huella aquí. A través de esta galería malagueña expuso por primera vez en España y de manera individual en cuatro ocasiones; las tres últimas -dos en el propio espacio y la tercera en ARCO- con obra y proyectos expositivos expresamente creados al efecto. También a través de la galería expuso en Hot Art Basel, en 2009, y en Pulse NY, en 2010, en propuestas colectivas; y, como ya hemos dicho, en Volta NY, en 2011, individualmente. Es una satisfacción para mí, como directora, haber formado parte de los inicios de su trayectoria profesional y haber avanzado juntos, ya que también lo eran de la galería. A finales de 2013 nuestros caminos se separaron -no es la primera vez que esto ocurre ni tampoco la última-, pero no dejé de seguir su evolución y alegrarme de sus éxitos, que no fueron pocos y habrían sido muchos mas y de mayor alcance de no haber fallecido prematuramente. A partir de ahí sólo tuvo una exposición individual notable en nuestro país, en la Galería Leyendecker de Tenerife, en 2018. De manera colectiva participó en ARCO con importantes galerías latinoamericanas; en la selección de obras de la Colección Hoschild (Perú) que se mostró en la Sala Alcalá 31, en 2017; y en la exposición Sincrónicas. Horizontes del Arte Contemporáneo Peruano desde el Coleccionismo, organizada por la Fundación CIFO y la propia Ella Fontanals Cisneros -en cuya colección hay varias obras del artista-, que pudo verse en El Instante Fundación, Madrid, en 2019.
La obra de Alberto Borea se caracteriza por el uso y el continuo desplazamiento de diversos medios y materiales. La apertura hacia estos medios, define el desarrollo de su propuesta artística, en la cual el tiempo y la historia del objeto cobran una importancia fundamental en el discurso plástico y en su proceso. Enfatiza en la poética de los objetos como punto de acceso primario. Valiéndose de las cualidades formales de herramientas de construcción, formularios oficiales, anuncios de revistas de inmobiliarias o catálogos de armas, peines, guantes de boxeo, cajas de cerillas, cintas y cajas de VHS, teclados de ordenador, celosías, bolsas de basura o comercios, cajas de limpiabotas, etc…; y del ready made como medio de formalización preferido, investiga sobre la materialidad de los «residuos de la civilización» y, a través de éstos, los cambios en la sociedad, la fragilidad de nuestro modelo económico y la inminente llegada de su obsolescencia.
Los objetos cotidianos son tratados como iconos, por medio de los cuales alude a problemas generales del arte y del objeto artístico, en relación a su percepción, comunicación y circulación. Así la pieza Huaco (2013), de Concret Series, fabricada con molduras y un decantador de cemento-, yuxtaponiendo contextualizaciones: lo antiguo y lo actual; la tecnología y lo rudimentario; lo global y lo local; lo vernáculo y lo foráneo; lo particular-personal y lo universal; lo auténtico y el souvenir; lo primigenio y lo especulativo asociado a sus usos. En este medio recrea un sistema poético que alude a la comprensión de las necesidades básicas y espirituales de los individuos y a la búsqueda del progreso, representando las fases que experimenta una civilización con el fin de sobrevivir y el papel que el azar juega en este desarrollo, caso de la pieza Autopistas (2008).
Su trabajo recoge la difícil y dramática relación entre culturas e historias y la convivencia del pasado con el presente; de las ruinas-vestigios de aquél con los desechos que generan las grandes urbes del mundo contemporáneo. Imbricando su propia experiencia con los escenarios donde se ha desarrollado, compone un entramado argumental a base de piezas de diferente tipología y procedencia. A través de su peculiar iconografía, reivindica le preservación de los raíces culturales, a la par que denuncia –con un sentido eminentemente testimonial- la pérdida de la cultura oral y de las tradiciones en aras del rápido consumo de lo visual y la globalización a que los medios de masas están contribuyendo de forma irrefrenable e irreversible.
Borea reflexiona sobre la identidad y la geograficidad, desarrollando una cartografía imbricada con su propia experiencia. La elección del mapa, como símbolo de identidad, en cuanto que individuo, pueblo y cultura, define la obra de Borea, cuya práctica él mismo califica de “mapeo” de sus territorios conceptuales. Todo su trabajo conforma un corpus cartográfico íntimo, aunque trascienda lo personal, dadas las circunstancias que comparte con millones de personas en desplazamiento físico y/o cultural. Por medio de sus collages, vídeos, objetos e instalaciones, pretende despertar la conciencia social sobre los movimientos migratorios desde su ámbito geográfico de procedencia hacia otras zonas que ofrecen oportunidades de mejora en la calidad de vida. Las piezas de pequeño tamaño Skylines, Landscape of New York (2009) y Skylines, paisaje latinoamericano (2009) están en esa línea de trabajos.
Otro ejemplo, son las series de collages tituladas con un juego de palabras Real State I y Real State II (2010) -en esta exposición-, para los que destruye la información de un Real Estate de Nueva York para crear una serie de nuevas «construcciones», collages con vocación escultórica sobre papel. La información inmobiliaria es así transformada en slums o barrios marginales, nuevos espacios arquitectónicos, también algunos surgidos de procesos de gentrificación, como si se tratase de una nueva distribución del poder. Ambas entrañan sutilmente la profunda alteración que está experimentando la sociedad en Estados Unidos ante el empuje del colectivo hispano; la latinización creciente desde los 80 ́ del pasado siglo y la politización de la etnicidad. Sucesos de trascendencia colosal que han empujado a cientos de millones de personas a vencer las barreras interpuestas en el destino, no siempre en condiciones de igualdad y/o reciprocidad. Las obras de gran formato Heaven 1, Heaven 2 y Heaven 3 (2010), con coches de policía flotando en medio de un cielo de nubes negras de tormenta que intentan sortear, no siempre con éxito, continuan esta misma línea discursiva.
Para el artista, las tasas de crecimiento económico constituirían, además, otra categoría cartográfica; otro escenario de la confrontación Norte-Sur, entre los países ricos y aquellos que todavía se encuentran, como mucho, en fase de desarrollo; entre las culturas nativas preindustriales y las prácticas de la economía de mercado. En una serie de trabajos a partir de material extraído de publicaciones sobre la Bolsa de Valores y del Dow Jones, el artista va creando montañas y estructuras arquitectónicas, según modelos de diferentes sitios arqueológicos. Con este material recoge información sobre la crisis financiera, o si se prefiere de las “ruinas y paisajes económicos”, elaborando una metáfora visual en torno al concepto de la fragilidad del poder, caso del políptico Maine Mountains (2011). En estas series no solo reclama la preservación de lo vernáculo, inerme ante el huracán globalizador, sino que aborda la crítica al mercado y al consumo.
Alberto Borea se expresa con un lenguaje que conjuga lo internacional contemporáneo con sus raíces culturales, ligadas también a lo indígena. Su obra refleja la superación del colonialismo cultural al que han sido sometidas durante tiempo las periferias de occidente, nucleado por Europa Occidental y Estados Unidos, y del aura de exotismo ligada a esas culturas vernáculas de otros pueblos diferentes a los que han nucleado el discurso mainstream. Su propuesta es comprometida y conciliadora en el conflicto de la convivencia entre pasado y presente y entre lo propio y lo foráneo; traspasando barreras culturales, ideológicas, raciales, sociales y económicas.
Hasta cierto punto desdeñoso con los acabados, se adscribe de forma innegable al conceptualismo latinoamericano, que Luis Camnitzer diferencia del arte conceptual, como fenómeno ligado a ese centro mainstream, mientras que el primero, de carácter más amplio y heterogéneo, se identifica con diferentes manifestaciones provenientes de la periferia, prácticamente ignoradas y desvirtuadas por los representantes de aquél. Está estrechamente ligado a los fenómenos culturales y políticos de las sociedades de donde proviene, lo que no sucede con el arte conceptual, y, además, hace un uso de los objetos radicalmente diferente del observado por los artistas pop americanos y dadaístas europeos, siempre en un “juego” que va más allá del divertimento de mayor o menor contenido.
Asimismo trata la información proporcionada por los medios de masas como material de sus ready made. Son éstos, por cierto, el otro agente crucial e indispensable de globalización, materia prima esencial del trabajo de su paisano Fernando Bryce, de la generación precedente. Las videoesculturas La estructura que observé desde el piso (2012) incorporan videos de la serie Existe/Resiste, una crónica en clave found footage de varias agitaciones sociales acaecidas en 2012. Algunas resultado de la internacionalización del Movimiento Indignados; Primavera Arabe y revueltas mineras en Bolivia y Perú.
Como Meireles, según Ana María Guasch en alusión al artista brasileño: usa el conceptual no renunciando a la narratividad ni a la metáfora, dotando su producción de memoria individual y colectiva; revisando las anacronías y discontinuidades del discurso histórico y la relación espacio-tiempo; superando la dialéctica centro-periferia y el exotismo folclórico a través de la globalizacion y la transculturalidad, lo metadiscursivo y la intertextualidad.
En conclusión, la obra de Alberto Borea es muy compleja, por las innumerables ramificaciones inherentes al tema y por el gran corpus que ha dejado, de abordaje imposible desde posiciones simplistas y conclusiones precipitadas. La persona se ha ido pero no el artista, que continua con nosotros a través de su obra, siempre viva, por su propio carácter y por la vida que se le da cada vez que es contemplada, «leída» e interpretada por cada espectador, y por la crítica y por la historiografía, a quienes corresponde ir evaluando la trascendencia que tiene en la historia del arte peruano, latinoamericano y universal. Si parte en este momento de una posición muy ventajosa no me cabe la menor duda de que va a evolucionar a otras mucho mas privilegiadas. Con el tiempo ganará su auténtica dimensión. Aunque peque de inmodestia, nunca me equivoqué en esto.