31 de marzo – 13 de mayo de 2017

“NEVER ODD OR EVEN, una maniobra de posicionamiento” es un proyecto de carácter sociopolítico en el que, a través de elementos alegóricos localizados en el paisaje marítimo, se abordan cuestiones en torno a los extremos antagónicos y la resistencia. Tales elementos, como banderas de playa o el típico letrero aéreo que arrastran las avionetas publicitarias durante el verano, relacionados en gran medida con el ocio, no son más que una excusa para la aproximación a determinadas cuestiones sociales y políticas, que aborda subliminalmente.
Javier Artero maneja una concepción social del paisaje, que en lo formal mantiene filiaciones con el romanticismo pictórico. La contemplación del paisaje, la actitud extática frente a el, es uno de los presupuestos fundamentales de su poética. El romanticismo surge como movimiento de resistencia, antagónico al racionalismo ilustrado que Napoleón usó como pretexto para sus campañas imperialistas. La noción del artista como genio creador es producto suyo y nada mas alejado de ella que la actitud que mantuvo Robert Walser, quien hizo del paseo y la contemplación de la naturaleza una forma de vida, en la que no aspiró a SER mas que un simple botón -bien conocido es el discurso dedicado a tan humilde elemento de mercería-. El trabajo de Artero participa de lo uno y de lo otro, puesto que no hay nada absoluto, carente de una cierta ambivalencia. Contrariamente a la grandilocuencia de los paisajes románticos que contemplan extasiados los viajeros o excursionistas, la itineraria continua que nos propone en sus vídeos sin principio ni fin solo se detiene ante elementos vulgares y cotidianos, aunque no sin intención, ya que le sirven para interpelar al espectador, quien, sin embargo, es libre de acceder a ellos en cualquier momento. Las imágenes que nos muestran se prestan a reinterpretaciones y a una lectura plural, lo que potencia los conceptos vertidos en la propuesta expositiva, aunque de manera indirecta. Precisamente la resistencia a SER, a la autoafirmación y a la significación en la vida y la obra de Walser, es todo un posicionamiento frente a las políticas nacionalsindicalistas que vindicaban el carácter frente a la cultura y la masa frente al individuo. El movimiento nazi en lo formal se caracteriza por el despliegue de una parafernalia que incluía toda serie de objetos a los que se hizo portadores de una retórica gestual y visual que encarnaba el poder de uno de los estados mas antidemocráticos y criminales que haya existido jamás. El fetichismo del símbolo se elevó a su máxima expresión; lo que Derrida describiría luego -aunque ignoro si en referencia a este lamentable episodio de la historia contemporánea- como “el exceso irreductible de lo sintáctico frente a lo semántico”.
Las banderas enfrentadas, tanto en su posición en el espacio como por el aparente discurso que mantienen, nada conciliador, representan las actitudes y movimientos antagónicos, incluso en el empleo del color -rojo y verde, internacionalmente simbólicos de lo prohibido y lo permitido, respectivamente-. Este vídeo, cuyo audio contiene el ruido del motor de una avioneta, alude a las pulsiones belicistas de los estados que abusan en su discurso de las ideologías de poder frente a las voluntades y aspiraciones de los pueblos -en general, las imágenes contenidas en la exposición construyen una historia desde la que se desprende un cierto tinte bélico-. Como Bhabha explica, es en la diferencia que hay entre ambos donde emergen “los movimientos de personas y las capacidades analíticas de oposición”.
No obstante, en la génesis y desarrollo de toda nación existen los procesos narrativos de construcción de identidades, aunque el estudio de la nación a través de su narrativa no tiene por qué implicar un énfasis en su lenguaje y retórica. Por otra parte, el lenguaje y el signo nunca son monolíticos, ya que ofrecen modulaciones y facetas diversas. El espacio-nación, analizado por Homi Bhabha en los ensayos que compila en Nación y narración, está a medias, como la historia, en permanente proceso de elaboración. Además, con una narrativa cuyo lenguaje posee una elevada performatividad, que explica su pluralismo y el que la nación como forma de elaboración cultural constituya en si un medio de narración ambivalente.
En el momento presente de crisis de modelos sin que se propongan otros válidos, parecen seguir en vigor los conceptos de colonialismo, postcolonialismo y neocolonialismo aunque con nuevos matices; tampoco parecen consolidarse realidades surgidas de los de internacionalismo o multinacionalismo. Acontecimientos recientes como el Brexit y las posturas de ciertos partidos extremistas de nuestro entorno próximo, como Francia, Polonia, Holanda o Austria, así como las directrices que está marcando el nuevo presidente de Estados Unidos, fomentantando el aislacionismo y el ultranacionalismo, muy en sintonía con los anteriormente citados, y los independentismos insolidarios, son buenos ejemplos del panorama actual. Sin embargo, los pensadores, politólogos y sociólogos mas reconocidos insisten en que tales planteamientos reinciden en errores de bulto. Homi Bhabha, en el prólogo del mismo libro advierte que “la conciencia nacional, que no es el nacionalismo, es lo único que nos dará una dimensión internacional. Este espacio nacional-antinacionalista y ambivalente es la encrucijada que conduce a una nueva cultura transnacional. Es en los espacios, intersticiales y liminares, intermedios, como las fronteras entre las naciones y los pueblos, donde están aquellos que aún no han encontrado su nación – la nación en tanto que la expresión del sentimiento nacional popular y no como el aparato ideológico del poder del estado- pero que precisan de ella. Entiéndanse como tales los desplazados de todo tipo. Un aspecto clave para abordar el proyecto resulta la consideración del origen melillense del artista, frontera entre Europa y Africa, una de las más desiguales del planeta, si no la más. El trayecto entre dos costas marítimas, -de Málaga y Melilla-, que el artista frecuenta por razones obvias-, articula una de las instalaciones videográficas, en las que vemos desde el mar la Sierra de Mijas y el Cabo Tres Forcas. Esta pieza, evidentemente alusiva a una travesía que parece estar en un loop sin fin -Atrapado en el tiempo (1993)-, como el vídeo del paracaidista que nunca llega siquiera a ver el suelo pero que tampoco nos muestra el lugar desde el que se ha lanzado al vacío, simbolizan posiciones de resistencia, de no dejarse llevar ni dirigir. El mismo uso de un palíndromo y del título -nunca par o impar- resulta mas que esclarecedor. Pero, al mismo tiempo, simbolizan esos espacios en los que diario transcurre un episodio crucial en la vida de muchos desplazados, demasiados, que nunca llegan a su destino.
Puestos a construir narrativas nacionales, y ya que parece que no hay muchas mas opciones, de momento, busquemos las fórmulas para encontrar ese espacio-temporal en el que pareció vivir Robert Walter, coetáneo o, incluso, anterior al escenario habitado por Adán y Eva, según algunos que también mantienen que en esta actitud había cierta dosis de condescendencia frente a su momento. Más vale un paraíso para muchos, aunque lleno de manzanas no comestibles, que un infierno para pocos.
En la obra de Javier Artero la investigación, con el vídeo, la fotografía y la instalación como medios, se centra en el análisis de conceptos que se desprenden de la observación del entorno, como son tiempo y contemplación. Paralelamente, entendiende cada obra como cruce disciplinar entre la pintura, la fotografía y el vídeo, muy influido por la primera en el uso de los planos fijos, la manipulación del color y componiendo con fondo y figura, prestando especial atención a las posibilidades narrativas de las denominadas prácticas de campo expandido a través de la instalación.
Terminamos con el pensamiento de Hannah Arendt sobre la la sociedad de la nación en el mundo moderno, según ella “ese ámbito curiosamente híbrido en el que los intereses privados adquieren significación pública”, y los dos ámbitos se infiltran mutuamente en forma incesante y fluctuante “como olas en el caudal interminable del proceso mismo de la vida”.
Vistas de la Exposición







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