03 diciembre, 2015 – 30 enero, 2016

En una reflexión sobre el dibujo y la pintura Natalia Castañeda lleva estos medios hacia los limites con la escultura. El objetivo es extender el espacio bidimensional al encuentro con el espectador y crear topografías que se revelan mediante el recorrido. Las tramas atmosféricas y las pulsiones gestuales guardan una aproximación poética al oficio, para sumergirse en el paisaje a través de movimientos inesperados. Ha trabajado el territorio desde la cartografía para trazar libres recorridos donde confluyen el afecto, la memoria, el viaje y lo místico, en una búsqueda de la admiración respetuosa del entorno que pretende restablecer la relación esencial y espiritual con la naturaleza.
La exposición Piedras de otros lados en la alería Isabel Hurley concluye un ciclo de investigación y exposición dentro del cual la artista ha estado trabajando los últimos dos años. Este proyecto propone una serie de reflexiones plásticas que insertan el dibujo, la pintura y la escultura en cuestionamientos sobre el tiempo mediante la representación de elementos de la naturaleza como el agua y la piedra. Enmarcado en la idea de Piedras Errantes se sugiere la inevitable de la movilidad de lo inmóvil; de la posibilidad de desplazamiento de lo más pesado y denso, para afirmar el cambio como vía ineludible de la vida. Desde el desplazamiento de los astros hasta aquella pequeña piedra recolectada en un viaje a la playa traen consigo una memoria, una densidad, un origen olvidado y la certeza de continuidad. Para contrastar la idea de quietud y movimiento, toma las imágenes de río y montaña, como metáforas simbólicas, pero también como condiciones geográficas especificas para emplazar la reflexión en un contexto como la ciudad de Málaga.
Las pinturas de esta exposición se insertan dentro de una conversación entre lo abstracto y lo figurativo, desde la imitación de lo real al simple cambio cromático. Se trata de la puesta en escena de un dialogo entre dos intenciones que buscan un punto de encuentro para reducir la distancia entre ambas o reafirmar sus propios intereses, entre la levedad de la bruma o la densidad de lo rocoso. Como una conversación amorosa, que busca el acuerdo desde el reconocimiento del otro, de lo diferente y a la vez complementario. Un juego de palabras entre sutiles cambios lumínicos y variaciones de color expuestos como una convención propia para evidenciar el paso del tiempo.
Los dos dibujos grandes (Cielo y Tierra) nombran e ilustran, desde el estudio del I-Ching, las fuerzas complementarias, de líneas firmes a líneas quebradas, de líneas fuertes a líneas blandas, de líneas rectas a líneas sinuosas. Como una recopilación de fuerzas, que desde la tierra se dirigen al cielo o viceversa. Una consecución de elementos que reafirman las leyes naturales, sus encuentros y sucesiones desde la una esfera a la otra.
Las pinturas de la serie Espera, me amarro el zapato (yo te sostengo, frente a ti, naturaleza muerta e iba hacia ti e intente detenerte) se preguntan por lo inmediato e invitan al espectador a detenerse y a pensar en lo anecdótico. Los títulos, como sucede con las otras pinturas sugieren un encuentro dialéctico entre dos personas, entre lo denso y lo ligero, entre el modelo y su imagen, en medio de una acción cotidiana, en la cual la imagen otorga el tiempo para detenerse en el objeto (modelo). En estas obras, se hace una reflexión en torno a la pintura y al ejercicio de representación, como hecho visual de una temporalidad extendida a través de las imágenes. Las pinturas en pequeño y mediano formato se articulan no solo como imagen/reflejo ante la presencia de los objetos sino también como una serie de anécdotas autobiográficas que encuentran correspondencia a través de su potencial narrativo. Esta puesta en escena del proceso, es decir la imagen junto a su referente, cuestiona no solo la distancia del ejercicio mimético sino también recuerda la resistencia temporal de la pintura frente la caducidad de su objeto.
Las porcelanas representan rocas, ramas, flores, geodas y objetos manufacturados residuales, así como “otros” abandonados por el hombre en el bosque, aludiendo a la fragilidad de la naturaleza, en sus tres reinos: vegetal, mineral y animal. Las piezas más geométricas sintetizan el paisaje urbano, que también se desliza en algún dibujo. Ilustran de manera evidente cómo los actos y sucesos se entregan a la corriente del tiempo, transformando su cauce, su territorio y su cuerpo. En ellas, es ya total el desplazamiento de la pintura hacia este soporte, en piezas independientes, de bulto redondo, prescindiendo por completo de la mediación en el proceso del formato plano.
Natalia Castañeda (Manizales, Caldas, Colombia, 1982), realizó estudios de Artes Plásticas en la universidad de los Andes en Bogotá (2004), especializándose en Creación Multimedia en la misma universidad (2006). Obtuvo el DNSBA, en la École National Supérieur de Beaux-Arts en Paris, Francia en 2009. Es profesora catedrática en la Universidad de los Andes y en la Universidad Javeriana. En los últimos años ha realizado numerodas exposiciones individuales y colectivas en espacios como Flora ARS+NATURA, Bogotá; CIFO, Cisneros Fontanals Art Space, Miami; Galería Nueveochenta, Bogotá, Galería Jenny Vilá, Cali; Galería Marilia Razuk, Sâo Paulo; Tabacalera, Madrid; Parc Solo Projects, comisariada por José Roca, Lima; Galería Arróniz Arte Contermporáneo en Mexico DF; MAMBO, Bogotá….. Su obra se encuentra en colecciones como la Cisneros Fontanals Art Foundation, CIFO, Miami; Colección de Arte Banco de la República de Colombia, Bogotá; Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá o Museo de Arte de Caldas.
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